Al enterarme de esta actividad me pareció una idea absolutamente genial, era la primera vez que veía cómo habían hecho de la filosofía una actividad lucrativa y económica útil (estoy pensando también en las sesiones de la consultoría MismaMente). Después de haber asistido a unos cuantos cafés, lo veo como una actividad reconfortante que cae al mismo tiempo en una esquizofrenia grupal muy particular (en sentido positivo, obviamente) porque casi todo el mundo quiere hablar creyendo que es él/ella quien tiene la razón absoluta en ese momento, con lo cual es muy divertido escuchar las contraréplicas sobretodo si la lógica aplastante de otro te derrumba los esquemas en un momento. A mí me encanta hablar (menos mal, porque soy logopeda), pero decidí que últimamente solo iría al café los días que realmente me guste el tema de debate (que no sé por qué lo llaman café cuando quieren decir tapeo), ya que cuando no me gusta observé que me quedo callada y no participo mucho, y yo soy de la opinión de que si acudes hay que participar (sinó me frustro). Además, sinó entramos en una especie de oligarquía. Moderador y comisario en cada sesión se ven obligados a recordar que hay turnos para hablar que ellos asignan. Esto que se entiende como que 2 y 2 son 4, a veces es inevitable saltárselo a la torera, es un reflejo aprendido de la locución el hecho replicar cuando la respuesta que te dan no se refiere a los matices que tu has proporcionado, así que cuesta mucho desactivar durante esas dos horas este automatismo que tan arraigado tenemos. En resumen, el café filosófico me encanta como idea para pasar un rato agradable, sin perder el tiempo, que te hace ganar agilidad en la dialéctica, en las relaciones sociales, profundizar en los planteamientos y reflexiones así como descubrir otros puntos de vista del tema a tratar pero bajo mi punto de vista el triunfo del café radica en los temas… por eso puntualmente Raúl ha acudido a mí en busca de ayuda para encontrar un tema y por eso el primer coche filosófico lo creé yo al plantear un tema que triunfó entre los pasajeros del vehículo: el morbo.

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